Albrecht Ritschl, padre de la llamada “teología de los
valores morales”.
Tan notable fue la impresión producida en sus
contemporáneos que Harnack se
refirió a él como e1 ú1timo de los Padres de 1a Iglesia. Aunque durante sus
primeros años de estudiante en Tubinga
sintió la influencia de Baur y
aceptó la hipótesis de éste de que la Iglesia cristiana estuvo escindida desde el
principio en dos grupos (los seguidores de Pedro y los de Pablo), más tarde
evolucionó hacia una posición más coherente con la unidad de pensamiento que
preside los diversos escritos del Nuevo Testamento.
Su propósito primordial
Fue reinterpretar la Reforma
del siglo XVI mediante el retorno a las enseñanzas novotestamentarias para
contrarrestar las deformaciones teológicas del catolicismo romano, del pietismo
y del romanticismo. No menos positiva fue su
pugnacidad por arrancar el racionalismo especulativo del elevado asiento que
había ocupado en la teología. El pensamiento cristiano no debe moverse en el
terreno de las ideas generales, en el plano de la metafísica, sino en el de la
revelación de Dios en Cristo.
Su método teológico
Igualmente saludable fue su oposición al subjetivismo y al
misticismo. Para Ritschl el sentimentalismo de Schleiermacher era inaceptable.
La fe no ha de apoyarse en experiencias y sentimientos, sino en la persona
histórica de Jesucristo y en la revelación de Dios que nos ha sido dada a
través de Cristo y que hallamos en la Sagrada Escritura.
En su método teológico, Ritschl no parte, como sus antecesores inmediatos, de
la «conciencia cristiana», sino del Evangelio dado en Jesucristo.
Su "teología de los valores morales"
Pero no todo, desde el punto de vista evangélico, fue tan
positivo en la teología de Ritschl. Su énfasis en los valores éticos en el
marco del Reino de Dios induce a ver en la religión tan sólo una manifestación
de la actividad moral. El Reino de Dios es despojado de su trascendencia
escatológica para convertirse en una realidad presente, meramente mundana, en
el seno de la sociedad civil. Evidentemente esta interpretación no hace plena
justicia al concepto novotestamentario del Reino. Ritschl parecía consciente de
ello, pero no logró equilibrar su pensamiento a pesar de que repetidas veces
recurre a la figura de la elipse con la que trata de ilustrar el cristianismo.
Uno de los dos focos de esa elipse es el moral (el Reino de Dios); el otro, la
redención por Cristo.
Su hamartología
También el concepto de pecado en la teología ritschliana
dista mucho de la doctrina bíblica. Excluye toda idea de pecado original y
admite la posibilidad de vidas sin pecado, a pesar de las experiencias actuales.
Su cristología
En su cristología, trata de eludir los problemas
tradicionales, tales como la doble naturaleza de Jesús, la relación del Hijo
con el Padre en la Trinidad,
el nacimiento virginal y la resurrección. Según su propia confesión, se
abstiene de opinar cuando tropieza con el misterio. Esta abstención no la
aplica al significado de la muerte de Jesús. En consonancia con su
rechazamiento de todo concepto penal de la justicia de Dios, Ritschl ve
en la muerte de Cristo no un acto de propiciación sino de lealtad
suprema a su vocación. El propósito de Jesús era elevar a los hombres al mismo
grado de conciencia de filiación divina que El había alcanzado, lo que les permitiría
vivir vidas de amor en la comunidad por El fundada.
Bibliografía
Martínez, José M. Hermenéutica
bíblica. Cómo interpretar las Sagradas Escrituras. Editorial Clie: Barcelona, 1984. Pp. 84.85.