Una de las palabras clave para entender la teología del siglo veinte es "desmitologización." Hizo famoso el término Rudolf Bultmann, cuando introdujo la idea en su ensayo “Nuevo Testamento y Mitología” de 1941.
El impacto de este concepto en Europa ha sido tremendo. Y si bien, en algunos aspectos, Alemania no parece tan interesada ya por el concepto como antes. La idea recibió nuevo estímulo cuando el obispo John Robinson de Inglaterra la popularizó en su libro de 1963 “Honest to God”.
De ningún modo puede sintetizarse todo el pensamiento de Bultmann en esta palabra. El programa de desmitologización es sin duda una parte importante de la teología de este profesor, y la parte que sigue siendo hoy en día más controvertida.
La “desmitologización” según Bultmann
1. El centro del programa de desmitologización es la afirmación de Bultmann de que en el Nuevo Testamento se encuentran dos cosas: (1) el evangelio cristiano, y (2) la cosmogonía del siglo primero, de índole mitológica. La esencia del evangelio, lo que Bultmann llama el kerigma (transliteración de la palabra griega que significa "el contenido de lo que se predica"), es la entraña irreductible que hay que presentar a nuestros contemporáneos y que debemos creer. Sin embargo, el hombre moderno no puede aceptar el marco mítico en el que está envuelta la esencia del evangelio. Por ello "la teología debe emprender la tarea de despojar al kerigma de su envoltura mítica” (Nuevo Testamento y Mitología, 1953). Según Bultmann, esta "envoltura mítica" no es específicamente cristiana, de todos modos.
2. “Mito”, para Bultmann, es la racionalización indiferenciada de una época precientífica. El propósito del mito es expresar cómo se ve el hombre a sí mismo, no presentar un cuadro objetivo del mundo. El mito emplea imágenes y términos tomados de este mundo para expresar, estas convicciones de la visión que el hombre tiene de sí mismo. Así pues, en el siglo primero, el judío entendía a su mundo como un sistema abierto a Dios y a los poderes sobrenaturales. En el siglo primero se decía que el universo tenía tres niveles, con el cielo arriba, la tierra, y el infierno debajo de la tierra. Bultmann afirma que ésta es la visión del mundo que se encuentra en la Biblia. El orden natural se ve a menudo perturbado por intervenciones sobrenaturales.
3. Esta transformación mítica del mundo también se ha utilizado para transformar a Jesús, según Bultmann. La persona histórica de Jesús se convirtió muy pronto en un mito en el cristianismo primitivo, y por ello Bultmann arguye que el conocimiento histórico de Jesús no tiene importancia para la fe cristiana. Este mito es el que se nos presenta en el cuadro neotestamentario de Jesús. Se dice que los hechos históricos acerca de Jesús han sido transformados en la historia mítica de un ser divino preexistente que se encarnó y expió con su sangre los pecados de los hombres, resucitó de entre los muertos, ascendió al cielo, y, según se creía, regresaría muy pronto para juzgar al mundo e iniciar la nueva era. Esta historia central se embelleció también, según se dice, con historias milagrosas, historias acerca de voces del cielo, triunfos sobre demonios, etc. Debemos recordar que Bultmann afirma que toda esta presentación de Jesús en el Nuevo Testamento no es historia sino mito, es decir, las formas de pensar de las personas que crearon estos mitos para entenderse mejor, a sí mismos. Son mitos que no tienen validez para el hombre del siglo veinte, que cree en hospitales y no en milagros, en penicilina y no en oraciones. Bultmann afirma que para transmitir con eficacia el evangelio al hombre moderno, debemos despojar al Nuevo Testamento del mito y tratar de poner al descubierto el propósito original oculto tras el mito. Este proceso de descubrimiento es la "desmitologización."
4. Este proceso no significa negar la mitología, según Bultmann. Significa interpretarla existencialmente, es decir, en función de la comprensión del hombre de su propia existencia, y en términos que el hombre actual pueda entender. Bultmann lo hace con la utilización de los conceptos del filósofo existencialista alemán, Martin Heidegger. Así, por ejemplo, el supuesto mito del nacimiento virginal de Cristo se dice que es un intento de expresar el significado de Jesús para la fe. "Dicen tales mitos que Cristo nos viene como acción de Dios." La cruz de Cristo no tiene significado respecto a la carga vicaria de nuestros pecados por Jesús. Tiene significado sólo como símbolo de que el hombre asume una nueva existencia, renunciando a toda seguridad material por una nueva vida que se vive apoyada en lo transcendente.
5. En última instancia, Bultmann dice que las características básicas de la mitología del Nuevo Testamento se centran en dos clases de autocomprensión. Una es la vida fuera de la fe y la otra es la vida de fe. Los términos pecado, carne, temor, y muerte son explicaciones míticas de esta vida fuera de la fe. En términos existenciales, se dice que significan vida en esclavitud a realidades tangibles, visibles, que perecen.
La vida de fe, por otra parte, significa abandonar esta adhesión a las realidades tangibles, visibles. Significa liberación del propio pasado y apertura al futuro de Dios. Según Bultmann, este es el único significado real de la escatología. La implicancia es que el vivir escatológico genuino es vivir en constante renovación a través‑de la decisión y la obediencia.
Bultmann nos ayuda a recordar la necesidad de entender al hombre moderno cuando le predicamos. Y nos recuerda también la necesidad de asegurarnos de que no sólo proclamemos el evangelio con sencillez sino que también b apliquemos. Respecto a esto, es interesante que estudiosos coreanos como el profesor Ryu Tong‑shik y el Dr. Yun Sung‑bum utilizan mucho el enfoque hermenéutico de Bultmann para presentar la llamada "indigenización de la teología."Han reconocido que Bultmann lucha con problemas muy semejantes.
Crítica de Conn al concepto de desmitologización de Bultmann
Por varias razones, nuestro juicio de la desmitologización debe ser negativo.
1. La "desmitologización" tanto como la neo‑ortodoxia, le debe mucho a una escuela filosófica, el existencialismo, que está en desarmonía con el Nuevo Testamento mismo. El primero se centra fuertemente en el hombre en su enfoque, el otro se centra hondamente en Dios. Al intentar adaptar esas categorías centradas en el hombre en el intento de hacer que el Nuevo Testamento nos diga algo respecto a la existencia humana, Bultmann no sólo se muestra injusto con el carácter teocéntrico del cristianismo. También pierde, el único centro con el que se puede entender adecuadamente al hombre en su esencia. El propósito verdadero del Nuevo Testamento es proclamar que el Dios soberano ha venido, y que ha venido en Cristo para restaurar la naturaleza verdadera del hombre como imagen de Dios. El corazón del Nuevo Testamento sigue siendo no el hombre sino Dios.
2. La "desmitologización" destruye el fundamento del cristianismo en la historia. La religión de la Biblia se convierte en una religión basada en mitos. Herman Ridderbos nota que, según Bultmann, Jesús "no fue concebido por el Espíritu Santo, ni nacido de la virgen María. Sí sufrió bajo Poncio Pilato, fue crucificado. Pero no descendió a los infiernos. No resucitó al tercer día de entre los muertos; no ascendió a los cielos. No está sentado a la diestra de Dios Padre y no volverá para juzgar a vivos y muertos." Según Bultmann, estas palabras están desprovistas de todo significado literal. Son mitológicas, y no indican ninguna realidad histórica objetiva. Así es también en el caso de la Trinidad, la expiación sustitutiva, y la obra del Espíritu Santo.
3. El cristianismo primitivo está marcado por el impacto de la persona y obra de Cristo. Ninguna otra explicación puede justificar el nacimiento de la iglesia y de su teología. Pero Bultmann reduce la influencia de Jesús a cero. Presume que prácticamente todos los recuerdos confiables acerca de Jesús quedaron destruidos o suprimidos en el breve período que transcurrió entre su vida terrenal y la predicación del evangelio. Un escepticismo tal es insostenible. Se debe recordar que Jesús el Maestro era mayor que la comunidad‑discípulo a la que enseñó.
4. La "desmitologización," al igual que el liberalismo clásico, conduce a un escepticismo radical respecto al carácter sobrenatural del Nuevo Testamento. Y, por esta misma razón, se lo llama a menudo "neo‑liberalismo." El programa de Bultmann exige nada menos que un repudio radical del sobrenaturalismo del cristianismo clásico. Todas las doctrinas a las que Bultmann llama mitos, el Nuevo Testamento las llama hechos. Todo esto está muy de acuerdo con el énfasis antropocéntrico de Bultmann. Pero se opone radicalmente al carácter teocéntrico del Nuevo Testamento.
5. La premisa de Bultmann de que la pertinencia del evangelio será vista claramente por el hombre moderno, olvida la depravación del corazón humano. No es la "desmitologización" sino el Espíritu Santo el que puede disipar las tinieblas de la incredulidad y producir que el pecador vea el evangelio. A pesar de todos los esfuerzos que se hagan por aplicarle el evangelio (ya sean buenos o malos), el "hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura" (I Co. 2:14).
Bibliografía
Harvie M. Conn. Teología Contemporanea hoy. Libros Desafío: Grand Rapids, 1992. 38-42.